Omar Romo.
De
acuerdo a un fragmento del primer artículo de la Ley Federal de Cinematografía
que interpretaré en el siguiente documento, dice lo siguiente:
El objeto de la presente Ley es promover la
producción, distribución, comercialización y exhibición de películas, así como
su rescate y preservación, procurando siempre el estudio y atención de los
asuntos relativos a la integración, fomento y desarrollo de la industria
cinematográfica nacional.[i]
Con
esta cita, podemos generalizar que trata de preservar sobretodo la producción
de cintas nacionales por encima de las internacionales para que por medio de
éstas se difunda la cultura mexicana, vigilar además la correcta distribución
de éstas y que no existan prácticas monopólicas, esta tarea corre por parte de
la Comisión Federal de Competencia, aunque la mayor responsabilidad es por
parte del Poder Ejecutivo, además de fomentar mediante recursos económicos estas
empresas.
La
Ley, a mi consideración es clara ya que antes de emitir una orden es cuidadosa
en contextualizar cada término utilizado, con lo que no deja lugar a dudas
sobre lo que se está dictaminando en la misma.
Sin embargo, no conviene sólo
rescatar los puntos buenos de esta Ley, que aunque son considerables, algo no
se está haciendo bien ya que la producción de largo, medio y cortometrajes
nacionales no ha tenido tanto auge como en la época de oro del cine nacional.
La
parte del subsidio a esta empresa cultural y de entretenimiento corre a cuenta
del gobierno, que lo que aporta en consideración con el capital privado que
inyecta a la misma empresa, hace que el primero sea rebasado, y con esto el
contenido cinematográfico se hace mayormente comercial y menos educativo, así
mismo la oleada de favoritismo por las producciones extranjeras superan en
calidad a las nacionales provocan que la Ley tenga muchas lagunas.
La
Secretaría de Gobernación (SEGOB), junto con la Secretaría de Educación Pública
(SEP) han sido tomadas en cuenta para regular, vigilar y sancionar a los que
hacen posible la producción, exhibición y comercialización de las películas.
Uno de los puntos buenos de la presente Ley es
la creación del fideicomiso llamado Fondo de Inversión y Estímulos al Cine
(FIDECINE) que se encarga de destinar recursos a aquellas empresas que
promuevan el cine hecho por estudiantes, a productores que participen en
festivales internacionales y sean galardonados con premios o reconocimientos y
a las empresas exhibidoras de películas que inviertan en la construcción de
salas en lugares donde se acostumbraba a hacer esto y por causas diversas no lo
son ya.
Lo
interesante del fideicomiso me parece que es la recaudación de estos estímulos
e incentivos, que provendrán de participación del Gobierno Federal, de
donativos deducibles de impuestos y las sanciones económicas que pudieran darse
a quien atente contra alguno de los artículos de esta Ley.
Es
correcto a mi consideración, aunque como lo dije unos párrafos atrás, la Ley
tiene algunas lagunas que todavía no se encuentran pero que parecen
perceptibles, pues el cine mexicano no ha avanzado como en sus mejores tiempos,
a pesar de la calidad de los talentos que hay.
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