Omar Romo.
El pasado viernes 11 de octubre se presentó el
libro “Cultura y Desarrollo”, del exacadémico universitario Carlos Calderón
Viedas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de
Sinaloa.
A la presentación acudieron estudiantes de esta
casa de estudios, en su mayoría de las carreras de Ciencias de la Comunicación
y Economía, además del grupo de comentaristas que integraron el presidium: los
académicos Pedro Brito Osuna, Arturo Santamaría Gómez y Geova Camacho Castro,
este último, director electo de la Facultad citada.
El libro plantea las diferentes ópticas en las que
se puede observar la realidad económica de las sociedades desde el concepto
antropológico y en pocas palabras Calderón Viedas sentencia que el desarrollo
de una sociedad no depende sólo de la parte económica, ésta es mínima, sino que
la cultura de un grupo de personas en específico es la que en realidad va
impulsar hacia un verdadero desarrollo.
Es necesario, contextualizar las presentes líneas
y definir los conceptos que atañen el presente.
Primeramente como desarrollo la Real Academia
Española lo define de la siguiente manera:
“Evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida”.
Es decir, el proceso mediante el cual una sociedad
deja de preocuparse por las cosas básicas para sobrevivir, para empezarse a
preocupar de cosas que no son necesarias, pero que le ayudarán a tener una
mejor calidad de vida. La comida ya no es un problema, el transporte tampoco lo
es, los servicios de salud dan abastecimiento a todos los miembros y el agua
potable es accesible a la mayoría.
Pero, ¿esto dependerá exclusivamente del capital
de una sociedad?
La respuesta es sí y no a la vez, un sí dividido
ya que ciertamente el capital y su flujo equitativo es imprescindible para que
una sociedad no carezca de servicios básicos, pero no lo es todo. La cultura de
esta sociedad se vuelve aún más imprescindible que el mismo capital, pues éste
último no existe por si y para si, sino que depende de la cultura de una
sociedad para que ese capital sea realmente equitativo y exista un desarrollo
para la mayoría de los habitantes.
A todo esto, ¿qué es cultura? Existen un par de
definiciones encaminadas a este concepto, la primera es la relativa al conjunto
de conocimientos que una persona retiene para ser utilizado en la vida
cotidiana y tiene que ver con la ciencia, el arte, etc. Todo aquello que no es
tangible, pero no deja de ser sensitivo. Del otro lado (de la cultura que nos
ocuparemos) es la de un grupo de personas y su identificación:
“Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc”.
Así es como la RAE sintetiza esta parte de la
cultura y como se explicó párrafos atrás es la que impulsará el verdadero
desarrollo de una sociedad.
De esta forma, la cultura es la forma más viable
para ser una sociedad desarrollada, como nación que tiene décadas de ser
tercermundista o como otros lo llaman “en vías de desarrollo”.
Sin embargo no es tan fácilmente posible cuando en
las altas esferas del poder se busca el desarrollo personal, no el integral,
cuando se exige la continua evaluación a los maestros, a los alumnos, a los
policías y no existe una evaluación desde arriba, cuando se fijan sueldos
mínimos (miserables, por cierto) para la clase obrera y allá arriba ingresen
miles de pesos por cabeza.
Qué se puede esperar cuando los de arriba sienten
que viven en otra cultura y los de abajo viven en otra, cuando ellos se van de
vacaciones a Europa y nosotros (si es que vamos) a la playa más cercana de
nuestra ciudad, cuando ellos hacen sus compras en Nueva York y nosotros en el
tianguis.
En síntesis, mientras una sociedad no se sienta
parte de la misma cultura y además viva por sacarla adelante es imposible que
exista un desarrollo integral y especialmente la gente que tiene el poder es la
que se tiene que sentir en esta cultura, contextualizarse en su realidad
vigente; por otra parte, los de abajo deben dejar de soñar en cosas imposibles
y como el autor del libro adecua la frase célebre: “piensa local y actua
global”.
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